Nunca es Tarde para la ira

Si no la has visto, aún estás a tiempo

Vistos los resultados de los Goya 31º edición, no necesitamos decirte por qué debes ver Tarde para la ira, pero lo vamos a hacer de todas formas.

Sabemos que existe la magia del cine cuando nos encontramos con una obra como esta, que con tan solo 1.200.000 euros de presupuesto, consigue colarse en la historia del cine español; ganando el premio de mejor película a Un monstruo viene a verme, con un coste aproximado de 43.000.000 millones de dólares. No digo que Bayona no merezca la cantidad de la que dispone, tan solo reconozco el mérito que merece Arévalo con esta obra novel tan atrevida.

Tenemos a un equipo soberbio. Un director (Raúl Arévalo) que sabe dirigir a sus actores, un guion (Arévalo y David Pulido) que se vende solo, un actor consagrado (Antonio de la Torre) y uno resucitado (Luis Callejo); y esto sumado a una coproducción barata. ¿Qué podía salir mal? Pues nada.

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El alma de la película es, desde luego, Antonio de la Torre, un actor todoterreno, experto en camuflar una importante carga de violencia y monstruosidad bajo una aparienca amable y cercana –recordemos Caníbal (Manuel Martín Cuenca, 2013)–, que en el papel de José vuelve a dar muestras de una magistral contención que, a la manera de aquel hombre tranquilo y civilizado convertido en sanguinario vengador.

Martín, José. Elantepenúltimomohicano. La venganza se sirve fría (2016).

La película parece preparar al espectador, desde el minuto uno, hacia un clímax en ebullición donde todos los resortes salen disparados y nace un tercer acto que es la parte por el todo. Una historia donde los personajes toman las riendas de un argumento que te pega a la silla.

No quiero hacer ningún spoiler. Veréis una historia de venganza, esto es lo único que puedo contaros. Siempre es bueno apoyarse en otros:

Arévalo (como todo debutante) vierte sus influencias, sus gustos cinéfilos, su aprendizaje. No solo el cine negro americano. Como él mismo ha declarado, ahí están los hermanos Dardenne, con una cámara en mano que se pega a la nuca de sus personajes y a sus rostros (viejos, a pesar de la juventud, cansados, duros, surcados por las heridas de la vida); los hermanos Coen, con un humor negro no buscado ni forzado (atención a la aparición del personaje interpretado por Manolo Solo y la secuencia que protagoniza); ciertos ramalazos del cine quinqui de los 80 o cineastas como Enrique Urbizu o Alberto Rodríguez, indagando a través del género una España “oculta” de delincuencia y bajos fondos. Incluso el western  está presente

Fabregat, Joaquín. Laimagenquehabla. Un debut prometedor (2016).

Lo dicho. Grabado en un pueblo. Casi exclusivamente. El pueblo de Arévalo: Martín Muñóz de las Posadas. Cámara al hombro, luz quasi natural… Dicen que siempre es más fácil jugar en casa. Ya lo comenté con Waldstille, los directores nóveles son muy agradecidos, y en sus obras siempre se refleja el hogar.

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Es una película violenta. Cruda. Con una banda sonora rompedora que acompaña a la acción, la engrandece y la dispara. Recuerda al leitmotiv de Azarías en Los santos inocentes. Como apasionado de los thrillers confeso que soy, doy mi aprobación y mi sobresaliente a esta opera prima cargada de viveza. 

No doy la nota sin antes decir que bravo por esa fotografía tan sucia, bonita y cuidada que es. Junto a Que Dios nos perdone, ponemos el broche a una nueva era de thrillers en España, con un enfoque recogido de Fincher y del mismo Hitchcock y con una evolución tan necesaria como efectiva a nivel internacional. Espero que el extranjero disfruten de The Fury of a patient man.

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Puntuación: 8 / 10.

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