Un libro sobre cineastas escrito por cineastas
¿Qué significa ser director de cine? ¿Cuáles son sus competencias? ¿Es el director alguna especie de dictador del rodaje? ¿Es recomendable que también escriba los guiones de sus películas? ¿Ha de tenerse en cuenta la fragilidad del actor? ¿La fotografía de una película ha de ser estudiada y diseñada con minuciosidad antes de empezar a rodar? La respuesta a todas estas preguntas es simple: depende del director al que se le formulen estas preguntas.
Laurent Tirard (El pequeño Nicolas) publicó un libro en 2010 titulado Lecciones de cine. La singularidad del manual reside en las entrevistas recogidas. El director francés detallas charlas con realizadores de la talla de David Lynch, Joel y Ethan Coen, Martin Scorsese o Pedro Almodóvar.
…y para cineastas
Cualquiera que tenga el más mínimo interés en este arte, está obligado a hojear y tomar nota de los sabios consejos contenidos en la obra. La conclusión es sencilla. No hay dos maneras ni siquiera parecidas de hacer cine. Es la primera vez que recomendamos un libro en Imagen Idea, por lo que aseguramos que vale la pena.
Nos detendremos en tres aspectos fundamentales en la dirección de cine: los actores, la autoría y la fotografía.
Dirección de actores
Sydney Pollack defendía un aspecto muy interesantes, no siempre hay que indicar a los actores. Si todo fluye en el rodaje, el director sólo entorpecería el discurso fílmico al indicar banalidades. En cierto modo, este pensamiento casa con la filosofía de Woody Allen:
Sólo contrato a gente talentosa y les dejo hacer su trabajo.
La manera convencional de dirigir a un actor es explicándoles lo que deben hacer sus personajes. Hitchcock proponía actuaciones contenidas y los utilizaba como un medio al igual que el decorado. Ya es muy conocida la historia de las casi setenta tomas que Kubrick trabajó con Shelley Duvall. En cambio, Bernardo Bertolucci propone mostrar cuadros a sus intérpretes, ya que cree que es la mejor manera de hacer entender un sentimiento.
El cineasta como autor
Este aspecto es posiblemente el más complicado de abarcar. Existen realizadores que no creen en la autoría. Hacen películas para el público de la mejor manera que pueden sin explicitar su técnica. Allen, Lynch o Burton creen que el autor debe plasmar su mundo interior en cada película, explicando que es inevitable y que es lo que distingue a un buen director de uno excelente. De hecho, Tim Burton cree que la manera más efectiva es escribir el guión también, sólo así podrá adueñarse de su obra.
Oliver Stone refutó la famosa cita de «el cine es un arte colectivo» cambiándola por «el cine no es un arte colectivo, sino un esfuerzo colectivo». Al final es el creador el que expone sus vivencias, el resto sólo le ayudan. Palabras contundentes pero no desencaminadas. Un cine como el de Pedro Almodóvar no nace de la opinión de cientos, sino del alma creadora de uno sólo. No siempre es necesario un motivo para conducir tu discurso.
La dirección de fotografía
Volviendo a Stone, el realizador planificaba más de 30 tiros de cámara y empezaba grabando los que más le convencían para tener siempre opciones y acabar con las más convincentes. El opuesto sería Woody Allen, quién llegaba al set de rodaje y allí mismo decidía dónde colocar la cámara. Otros como Wim Wender, optan por los ensayos para convencerse acerca de la planificación.
Almodóvar o Tarantino son cineastas que abogan por la adaptación de recursos huyendo del término «homenaje«. Cuando uno adquiere un conocimiento al visionar otras obras, debe saber implementarlo a favor de su película.
Todo por hoy
En función de las reacciones que mostréis ante esta entrada nos plantearemos volver a subir recomendaciones de libros. Recordad que el Lecciones de cine (Tirard, 2010) es un libro accesible a cualquier tipo de lector y que sobre todo, no es más que una recopilación de conversaciones interesantes a gente interesante.