¿Una buena secuela?
Responderé con un rápido y contundente «no». Hay varias razones por las que me parece que esta continuación de la saga, no debería haber salido del cajón.
Cómo entrenar a tu dragón devolvió a DreamWorks un puesto destacado en la industria. Tenía esa gran capacidad del buen cine de animación, que hacía disfrutar a mayores y niños. En cambio, su segunda parte, se estancó dentro de los límites que la propia saga había definido. Pero si hablamos de la tercera, en mi opinión: un auténtico desastre.
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Huérfanos de un buen villano
Cómo entrenar a tu dragón nunca ha destacado por sus villanos. Pero este último ya parece una broma. Bien es cierto, que han logrado dotarle de esa actitud dominante e imponente, pero si soplas, verás que era todo humo.
Por si fuera poco, en España, la voz corre a cuenta de Melendi. Quizás este sea uno de esos casos en los que es más que recomendable acudir al V.O.S.E…
Volviendo al tema que nos incumbe. Parece que se ha instaurado un linaje de antagonistas en el cine en el que ninguno necesita motivos para ser malo. Ya me llamó la atención Strickland en La forma del agua. Un par de veces puede colar, pero empieza a molestar tanta paja.
Y secundarios…
Seamos claros y concisos. El plantel de secundarios de Cómo entrenar a tú dragón 3 (aunque antes también se apreciaba), son un cúmulo de gags con patas. Su función se ciñe a hacer el chiste de turno y darle al cronómetro. Se salvan contadas excepciones entre las que se encuentra Astrid o Bocón (y este último por los pelos)…
Es normal que en la primera no hubiese tiempo para centrarse en ellos, pero en esta secuela, eran tan planos que casi se volvían invisibles. En el caso de la madre, la cosa ya es exagerada. Podría no haber aparecido en todo el metraje, y no hubiese cambiado un ápice.
La historia
La idea era buena. Era inevitable que llegase el momento en el que fuera incompatible que Desdentao e Hipo siguiesen planeando el océano juntos. La pena es que derrochasen esta idea creando un clon blanco de Desdentao que interpretaría el rol de hembra sin más.
Por si fuera poco, la isla que inventan era autosostenible y sólo sirve de excusa para que la trama tuviese sentido, pero ni es orgánica, ni es el final que merecíamos. Desde luego, si algo salva la película es la belleza en su animación y la nostalgia del eterno público.
Antes del punto y final, me gustaría colgar un cartel de Se busca en favor de la banda sonora. Pero este chiste tampoco acaba de tener sentido, puesto que la música sólo estira y re-escribe los mismos temas que marcaron la saga, aunque algunos no estaban del todo mal.
Puntuación: 4 / 10.