Escasas nominaciones
Sean Baker nos presenta su mejor trabajo. Una obra que trata temas extremadamente duros desde la pueril perspectiva de la infancia. Sin duda, digna de nominaciones a varios de los premios Oscar (aunque desafortunadamente, la academia no piensa igual).
Actores que aportan un realismo sin límites en el que puede ser el mejor papel de Willem Dafoe en toda su carrera. Aunque no debemos olvidar a nuestra protagonista, Brooklynn Prince, con un prometedor futuro por delante y una actuación digna de Oscar.
A las orillas de Disneyland
El motel en el que transcurre la película es real, se encuentra a escasos kilómetros del parque temático Disneyland y queda bien reflejado en la pantalla. Contraponer dos realidades: lo mejor que puede pasarle a un niño (ir a Disneyland) y lo peor (vivir en la inmundicia).
La primera escena de la película abre en seco y rápidamente añade Celebrate Good Times a la fiesta. Parece que vamos a disfrutar de un juego de niños, pero nada más lejos del propósito. Sí es cierto que sean los infantes quienes guíen el discurso, tanto es así que la cámara se sitúa la mayor parte del tiempo a la altura de sus ojos. Cualquier suceso traumático pasa a un segundo plano, lo que inunda el encuadre y secuestra nuestra atención, es la reacción de estos niños. Su expresión y angustia. Estar en un mundo lleno de problemas adultos en el que no pueden ayudar pero tampoco evitar hacer del escenario su particular patio de recreo.
Si hemos de destacar una cita de la película por encima del resto, es esta de Moonee, cuando muestra a su amiga su árbol favorito:
El árbol se cayó, pero sigue creciendo.
Aquí llegamos a esa relación amor-odio con la que conviven varios realizadores estadounidenses. No pueden evitar amar a su país y desear que las cosas vayan mejor, pero sin embargo, sufren al ver cómo este se pudre a pasos agigantados. La película es una inmensa crítica a la sociedad americana y a su absurda necesidad de vivir mejor de lo que pueden permitirse. Odio hacia el notable juego de apariencias implantado.
La pureza de una mirada inocente
Desde El principito, se extendió esa idea de que los niños son almas puras que ni juzgan ni pueden ser juzgados. Su manera de actuar y pensar deriva de sus progenitores o figuras paternas.
Aquí adjunto una interesante reflexión de Nerdwriter1 acerca de la valía del filme:
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Al grabar en localizaciones reales, la película permite una inmersión impresionante. Su mensaje es rotundo, casi tanto como lo es el desgarrador final. Estamos ante un buen año para el cine y la producción de contenidos, es una pena que The Florida Project no haya recibido la suficiente atención, pero sin duda, es una experiencia que me acompañará siempre.
Puntuación: 8´5 / 10.
No tiene un diez porque la estructura resulta confusa y no explotan sus recursos al máximo. Pero estoy seguro de que Sean Baker aún tiene mucho que contar.