Andrés Neuman Galán es un narrador, poeta, traductor, bloguero y columnista hispano-argentino. Estos son sus consejos para contar una buena historia, en este caso él los aplica al cuento, pero puede servirnos para todo tipo de historias que queramos contar.
- Contar un cuento es saber guardar un secreto.
- Aunque hablen en pretérito, los cuentos suceden siempre «ahora». No hay tiempo para más ni falta que hace.
- El excesivo desarrollo de la acción es la anemia del cuento, o su muerte por asfixia.
- En las primeras líneas un cuento se juega la vida; en las últimas líneas, la resurrección. En cuanto al título, paradójicamente, si es demasiado brillante se olvida pronto.
- Los personajes no se presentan: actúan. La atmósfera puede ser lo más memorable del argumento. La mirada, el personaje principal.
- El lirismo contenido produce magia. El lirismo sin frenos, trucos.
- La voz del narrador tiene tanta importancia que no debe escucharse demasiado.
- Corregir: reducir.
- El talento es el ritmo. Los problemas más sutiles empiezan en la puntuación.
- En el cuento, un minuto puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto.
- Narrar es seducir: jamás satisfagas del todo la curiosidad del lector.
- Si no emociona, no cuenta.
- La brevedad no es un fenómeno de escalas. La brevedad requiere sus propias estructuras.
- En la extraña casa del cuento los detalles son los pilares y el asunto principal, el tejado.
- Lo bello ha de ser preciso como lo preciso ha de ser bello. Adjetivos: semillas del cuentista.
- Unidad de efecto no significa que todos los elementos del relato deban converger en el mismo punto. Distraer: organizar la atención.
- Anillo afortunado: a quien escribe cuentos le ocurren cosas, a quien le ocurren cosas escribe cuentos.
- Los personajes aparecen en el cuento como por casualidad, pasan de largo y siguen viviendo.
- Nada más trivial, narrativamente hablando, que un diálogo demasiado trascendente.
- Los buenos argumentos jamás pierden el tiempo argumentando.
- Adentrarse en lo exterior. Las descripciones no son desvíos, sino atajos.
- Un cuento sabe cuándo finaliza y se encarga de manifestarlo. Suele terminar antes, mucho antes que la vanidad del narrador.
Un decálogo no es ejemplar ni necesariamente transferible. Un dodecálogo, muchísimo menos.